Ventana interior

La curiosidad y el ansia por descubrir han impulsado al hombre hasta lugares tan lejanos como la Luna y con la ayuda de los satélites hasta los confines del universo.

En la actualidad existe una gran motivación por ir más allá de las fronteras geográficas, tecnológicas, sociales y económicas. Prueba de esta pulsión innata de progreso es el acceso a un nuevo ordenador, teléfono móvil, barrio, trabajo o auto móvil.

Sin embargo, cuando ponemos una atención desproporcionada hacia el mundo exterior, perdemos cada vez más la capacidad para observar el mundo interior, que es el único que verdaderamente tenemos.

El 40% de las personas destina su tiempo libre a ver medios audiovisuales (ej: cine, TV, videos, youtube, música, etc). El hombre occidental destina una media de cuatro horas diarias a mirar televisión, palabra que deriva del griego (tele: lejos), (visio: vista).

Cuando miramos televisión estamos "viendo de lejos" puesto que vemos de lejos nuestras necesidades y deseos, nuestros conflictos y oportunidades, nuestras contradicciones y paradojas. La distracción que proporciona un mundo resuelto nos aleja de las vías para acceder a aquello que realmente necesitamos y/o aspiramos.

Lo de afuera invade nuestra privacidad e instituye sus intenciones y motivos  haciendo que nos aferremos a un discurso ajeno e impersonal probablemente por la seguridad que nos brinda.

La felicidad no está en los objetos del mundo, sino en nuestra posibilidad de movernos internamente. Es necesario y hasta provechoso redireccionar la búsqueda y los esfuerzos.

Dicha exploración interior requiere de paciencia y honestidad para con uno mismo. Comienza con una pista, un dato que a su vez lleva a otro y a su vez conecta con el siguiente mientras se arma una idea, un patrón que puede ser descrito como una afirmación o al menos como una posibilidad. Poco a poco se va develando un misterio que siempre estuvo allí pero que veíamos vagamente de lejos.

 

 

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