Trastorno somatomorfo

Las personas con trastornos somatomorfos o psicosomáticos (Trastorno de somatización, Trastorno por dolor, Hipocondría, Trastorno dismórfico Corporal y Trastorno de Conversión) presentan quejas y síntomas físicos, aunque las pruebas médicas no indican enfermedad orgánica. Y si hay alguna enfermedad, no puede explicar sus síntomas, porque el origen de dichos síntomas es psicológico. Estos pacientes suelen acudir a las consultas de los médicos convencidos de que sus síntomas se deben a alguna enfermedad física y a menudo no aceptan la posibilidad de una causa psicológica.


Para diagnosticar este trastorno es necesario que los síntomas sean tan graves que interfieran en la vida de estas personas (relaciones, trabajo, etc) e impedirles funcionar con normalidad. Se mantiene la hipótesis de que este trastorno se debe a un rechazo real o imaginado por parte de personas significativas de modo que las quejas de dolor o síntomas físicos cumplen la función de conseguir la atención de dichas personas. Sin embargo, las quejas prolongadas suelen suscitar rechazo.


También se trata de una conducta aprendida puesto que se ha observado que es más frecuente en personas cuyos padres o madres han padecido enfermedades físicas (o trastornos somatomorfos) durante la niñez del paciente. De este modo, siendo niños aprenden un modo de comportarse que consiste en utilizar los síntomas físicos para obtener atención, afecto, evitar situaciones estresantes, etc.


El abuso físico y sexual en la infancia suele ser también un antecedente de estos trastornos. En estos casos suele darse una represión de las emociones (por ejemplo, cuando una familia niega la existencia de los abusos y nunca habla de ellos), de modo que los conflictos que no pueden ser expresados emocionalmente acaban siendo expresados mediante síntomas físicos. A veces es también un modo de pedir ayuda sin tener que hablar ni contar lo sucedido, como puede pasar en casos de abusos sexuales en la infancia.
 

 

 

 

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