Quejarse POR TODO

Todos conocemos a alguna persona que siempre se está quejando, a quien nada le contenta y que encuentra los motivos más estrambóticos por los cuales quejarse. Y aunque la queja nos les conduce a nada, entonces, ¿por qué estas personas tienen la manía de quejarse por todo? 

La primera razón es porque se sienten profundamente insatisfechas,  se quejan de su vida, del gran vacío que sienten y de la falta de sentido que las asola. La segunda razón es el hábito puesto que es un comportamiento aprendido y heredado de los padres. Estas personas asumen los lamentos como parte de su comunicación y no conciben una conversación sin ella.

En algunos casos la manía de quejarse es tan extrema, que si no lo hacen, no sabrían como romper el hielo o de qué hablar. La tercera razón es un profundo egocentrismo sustentado en la falta de empatía  ya que dan por descontado que merecen más que las otras personas y, cuando no lo obtienen, se quejan.

Las quejas conducen al inmovilismo porque lo cierto es que llorar sobre la leche derramada no les servirá de mucho. Quejarse implica asumir el papel de víctima, supone despojarse del control y ponerlo en una entidad externa, implica quedarse inmóvil al borde del camino, lamentándose por lo ocurrido.

Lamentarse por los errores del pasado, por las oportunidades que no se aprovecharon o por los problemas del presente solo consume energías inútilmente. La queja implica una focalización en los aspectos negativos mientras que lo que necesitamos para avanzar es precisamente centrarnos en los aspectos positivos.

Las quejas generan un estado de ánimo negativo que entrañan poner atención exclusivamente sobre las limitaciones, los daños, la incomodidad y los fracasos generando frustración, tristeza e ira. Las quejas impiden buscar soluciones porque estas personas son incapaces de apreciar el aspecto positivo de los hechos y prefieren regodearse en la pena.

Las quejas afectan las relaciones interpersonales porque todos tenemos nuestros propios problemas. Un día, nos da placer consolar a un amigo y escuchar sus penas. Al otro día, también. Pero al tercer día comienza a ser desgastante.

Por eso, preferimos evitar a las personas que se quejan por todo y se comportan como verdaderos vampiros emocionales. Como resultado, estas personas se quedan solas, debido a un macabro mecanismo que ellas mismas pusieron en marcha. Y si los demás les dejan solo, pues ya tendrá un nuevo motivo para quejarse. 

 

 

 

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