Procrastinación

Postergar, posponer o dejar para mañana son sinónimos referidos al  hábito de evitar conscientemente las tareas percibidas como desagradables o incómodas. Las situaciones pueden ser cotidianas, por ejemplo, retrasar una reunión con los compañeros de trabajo para tratar un tema espinoso o retrasar el momento de pedir un aumento de sueldo.

Otras situaciones son más importantes y tienen que ver con el desarrollo, por ejemplo, presentarse al examen de acceso a la universidad para mayores de 25 años, afrontar una operación ineludible,  o cancelar un embargo.

La primera forma de procrastinar atenta contra la autovaloración sobre la eficacia y pasa factura al percibirse incapaz de limpiar su casa, atender determinados pagos, pasar la ITV del coche o ir al dentista.

El segundo modo de procrastinar repercute en el individuo paralizándolo al dilatar en el tiempo finiquitar una relación de pareja tóxica, moderar el consumo de tabaco, reciclar sus conocimientos profesionales para mejorar laboralmente, etc.

A veces es debido a un fenómeno conocido con el nombre de “mente voladora”. Esto es, personas cuyo caudal creativo es tal que son incapaces de dar forma a las ideas que tienen porque están constantemente generando nuevas ideas. La efervescencia de una nueva idea es más atractiva que la disciplina que implica poner en marcha la anterior. Otros procratinadores  lo conforman aquellas personas que tienden a abarcar más de lo que pueden produciéndose una ruptura en el binomio dedicación-resultados.

Para aquellos que se reconocen procrastinadores y decidan reconducir la situación pueden optar por un psicólogo a quien rendir cuentas al respecto de la consecución de los objetivos planificados en la fase anterior ya que, de no ser así, nuevamente estaríamos antes una baja probabilidad de éxito.

Buscar en el sitio

www.psiconscienciarte.com