Fobia específica
Las fobias específicas se caracterizan por un miedo muy intenso y persistente a objetos o situaciones claramente identificables. Por ejemplo, la visión de una araña desencadena un enorme temor que deja bloqueado al sujeto. La presencia del estímulo fóbico (la araña, en este ejemplo) provoca casi invariablemente una respuesta inmediata de ansiedad que puede llegar a convertirse en una crisis de angustia.
Casi todo el mundo tiene algún temor o siente incomodidad ante algunos objetos, animales o situaciones. Pero la fobia se diagnostica sólo si esta conducta de evitación, miedo o ansiedad de anticipación afecta significativamente a las actividades cotidianas, a las relaciones laborales o sociales, o si la existencia de esta fobia provoca un malestar evidente.
En la mayoría de las ocasiones, el objeto del miedo es la propia anticipación del peligro o daño inherente al objeto o situación (así, el individuo puede temer viajar en avión debido al miedo a estrellarse o puede temer conducir un coche por miedo a tener un accidente).
Por otro lado, el nivel de ansiedad o temor suele variar en función del grado de proximidad al estímulo fóbico (esto es, el miedo se intensifica a medida que la araña se acerca y disminuye a medida que se aleja) y al grado en que la huida se ve limitada.
Como se ha explicado ya, los adultos que padecen este trastorno reconocen que la fobia es excesiva o irracional. Tampoco debe diagnosticarse una fobia específica si el temor se considera coherente teniendo en cuenta el contexto en que se produce (por ejemplo, es normal tener miedo a recibir un navajazo si se visita un barrio peligroso, o a ser mordido por una serpiente si se está en la selva).
Algunas otras fobias específicas son:
Sangre, inyecciones y otros procedimientos médicos
Ciertos animales (por ejemplo, perros o serpientes)
Espacios encerrados
Volar
Lugares altos
Insectos o arañas
Relámpagos
Casi todo el mundo tiene algún temor o siente incomodidad ante algunos objetos, animales o situaciones. Pero la fobia se diagnostica sólo si esta conducta de evitación, miedo o ansiedad de anticipación afecta significativamente a las actividades cotidianas, a las relaciones laborales o sociales, o si la existencia de esta fobia provoca un malestar evidente.
En la mayoría de las ocasiones, el objeto del miedo es la propia anticipación del peligro o daño inherente al objeto o situación (así, el individuo puede temer viajar en avión debido al miedo a estrellarse o puede temer conducir un coche por miedo a tener un accidente).
Por otro lado, el nivel de ansiedad o temor suele variar en función del grado de proximidad al estímulo fóbico (esto es, el miedo se intensifica a medida que la araña se acerca y disminuye a medida que se aleja) y al grado en que la huida se ve limitada.
Como se ha explicado ya, los adultos que padecen este trastorno reconocen que la fobia es excesiva o irracional. Tampoco debe diagnosticarse una fobia específica si el temor se considera coherente teniendo en cuenta el contexto en que se produce (por ejemplo, es normal tener miedo a recibir un navajazo si se visita un barrio peligroso, o a ser mordido por una serpiente si se está en la selva).
Algunas otras fobias específicas son:
Sangre, inyecciones y otros procedimientos médicos
Ciertos animales (por ejemplo, perros o serpientes)
Espacios encerrados
Volar
Lugares altos
Insectos o arañas
Relámpagos