Celotipia

 
“La celotipia o celos patológicos”
 
Muchas personas consideran que los celos forman parte de una relación amorosa. Lo cierto es que cada uno de los integrantes de la pareja espera que el otro cumpla con unas reglas no escritas y variables. Por ejemplo, la fidelidad es uno de los más importantes y a la vez el que más se transgrede.
 
El compromiso adquirido supone que ambos renuncien a algo y se acomoden, hecho que no siempre es fácil. Normalmente los egos y las necesidades de cada cual chocan y provocan malos entendidos que se pueden solucionar sin problemas unas veces y otras no obstante no.
 
Uno de los aspectos inherentes a la relación es la entrega la cual se presta a varias interpretaciones siendo una de ellas la reciprocidad. Cuando alguien se entrega espera ser correspondido en la misma medida pero difícilmente funciona todo al cincuenta por ciento y las desigualdades  pueden generar tensión, malas interpretaciones y celos.
 
La entrega además tiene un componente posesivo porque entregarse en cierto modo significa “soy tuyo”. Y como contrapartida e implícitamente se considera al otro como “eres mío”. Evidentemente nadie es de nadie, o debería serlo, pero este pacto no escrito de posesión puede generar frecuentes problemas.
Celos y autoestima pueden ser considerados como dos conceptos antagónicos porque alguien con una autoestima afianzada normalmente no experimentará celos patológicos, es decir, más allá de lo admisible.
Precisamente una autoestima madura proporciona recursos para solventar las dificultades y evita que caigamos en la dependencia y la codependencia emocional. Compartir la vida con otra persona requiere compromiso, exigencia y renuncia y será necesario una gran dosis de empatía, amor y tolerancia.
Si hay un aspecto que se contempla especialmente en casi todas las relaciones de pareja, este es la fidelidad. Los celos atentan contra un  pilar fundamental de la relación; la confianza. El celoso vigila y muestra desconfianza. La palabra “celos” proviene de “celar”, o lo que es lo mismo, estar alerta, vigilar. Esta dinámica de hipervigilancia y alerta es peligrosa porque pone en jaque la estabilidad y crea situaciones difíciles de resolver, tanto para el celoso como para el presunto infiel, máxime cuando las sospechas son infundadas. 
Entre los rasgos de la personalidad que definen normalmente al celoso destacamos: el egocentrismo, la desconfianza, la dependencia, la inseguridad o el narcisismo, entre otros. Y los sentimientos que más prevalecen son la rabia, el victimismo, la impotencia o el miedo.
La celotipia también tiene un componente paranoico puesto que las personas celosas están convencidas de que su verdad es total y que nada ni nadie logrará convencerle de lo contrario. Si la idea de infidelidad aparece en la mente de la persona con celotipia entonces difícilmente será convencido de lo contrario y todo será interpretado de forma que refuerce sus sospechas sobre la supuesta e infundada infidelidad. 

 

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