Cariño
Dar y recibir amor es una capacidad para la que el hombre está dotado y constituye una necesidad existencial. Durante la vida establecemos relaciones interpersonales sobre las que volcamos más o menos afecto según la afinidad, la intensidad , frecuencia y reciprocidad con dichas personas. Muchas veces damos afecto sin esperar nada a cambio pero difícilmente perduran estas relaciones porque al no existir un estímulo psicológico que refuerce nuestra conducta hace que esta desaparezca.
Querer a los demás a través de unas relaciones francas, sanas y sinceras nos hace sentirnos útiles, necesarios y satisfechos de nosotros mismos. El cariño da sentido a nuestra vida y contribuye a nuestro equilibrio psicológico. El sentirnos queridos por los demás, especialmente durante la infancia, nos dota de seguridad en nosotros mismos, refuerza nuestra personalidad, aumenta nuestra autoestima y nos ayuda a afrontar las dificultades que surgen a lo largo de la vida.
Por tanto, el cariño es decisivo en la vida y en la salud psíquica de las personas. No obstante una desproporcionada necesidad de estima de los demás es el principal síntoma de algunos trastornos neuróticos. Por ejemplo, en la depresión se produce un empobrecimiento afectivo de modo que estas personas se sienten incapaces de querer a los seres que siempre habían querido sin causa justificada, lo que les hace sufrir profundamente.